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1940

una quincena
mundial

Si ya la Primera Guerra Mundial había facilitado que grandes artistas europeos, como Arthur Rubinstein, actuasen en San Sebastián, con la Segunda viviremos una avalancha de destacados intérpretes de Italia y Alemania, países con los que una oficialmente "no beligerante España" guarda evidentes simpatías. La programación del Victoria Eugenia se "alemaniza" e "italianiza", tendencia que alcanza su máxima expresión en la Quincena Musical.

Entrada de abono de la V Quincena Musical.

Tras un primer "mes musical" en 1939 y en el Gran Kursaal, en 1940 arranca, ya como Quincena Musical donostiarra y en el Victoria Eugenia, el llamado a ser el más importante y veterano festival de música clásica de nuestro entorno. La Filarmónica de Berlín vendrá en exclusiva en 1943 y las subvenciones del Gobierno italiano permitirán el montaje de grandes óperas, en una época de esplendor. Los melómanos aplauden a Lauri Volpi, a Beniamino Gigli y Mafalda Favero, a Giuseppe di Stefano, a Mario del Monaco.

Dirigida por la propia gerencia del Victoria Eugenia (primero, Francisco Ferrer Damborenea; después su hijo, Paco Ferrer Monreal), la Quincena Musical vivirá espléndidas noches de gala y permitirá a los donostiarras, aunque fuese desde las modestas localidades del "paraíso", descubrir las grandes óperas y a figuras que luego se harían asiduas, como la soprano Victoria de los Ángeles, el director Ataúlfo Argenta o aquel arpista donostiarra de éxito mundial que en 1952 regresaba a casa, Nicanor Zabaleta.

El desembarco de la Filarmónica de Berlín

La Quincena Musical de 1943 se abre a lo grande, con la participación de la Orquesta Filarmónica de Berlín, con Hans Knappertsbuch a la batuta. La prestigiosa orquesta visitará en esta época otras cuatro veces el Victoria Eugenia, para Cultura Musical. La última fue el 6 de junio de 1944, el 'Día D'. Mientras las tropas aliadas desembarcaban en Normandía, en la operación que marcaría el inicio de la derrota nazi, los músicos alemanes estaban actuando en San Sebastián.

Abonados a la música clásica

La Asociación de Cultura Musical surgió en septiembre de 1941 como una sociedad privada que buscaba promover conciertos de música clásica fuera de la temporada veraniega. La primera vez que intérpretes de la talla de la pianista Alicia de Larrocha, el guitarrista Joaquín Rodrigo o la mismísima Sinfónica de Berlín actuaron en el Victoria Eugenia lo hicieron dentro de conciertos para los abonados de Cultura Musical.